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lunes, enero 22, 2007

Ramòn Infante, bohemio consumado y confeso

A cuatro manos por: Evelin Antolinez y Antonio Galluzzo

Sin duda alguna, Ramón Infante ocupa un lugar de excepción entre los cantantes de Altagracia de Orituco. Sin embargo, este gracitano cariñoso, amable, respetuoso y siempre dispuesto a compartir una buena parranda con sus amigos, tenía otras cualidades que se vieron obnubiladas por su voz, ese don tan especial con que fue bendecido por la providencia.

Facetas como la de compositor, poeta, profesor de cuatro y guitarra quedaron en un segundo plano ante su privilegiado timbre de voz, que se hacía más dulce en tonos bajos y agudos.

Nacido el 22 de marzo de 1936, en la calle Bolívar de Altagracia, bajo el nombre de José Domingo Infante, fue hijo de Doña Esther Abreu (La Negra) y de Ramón Infante, de quien tomó el nombre artístico que lo acompañó hasta su muerte. Desde niño demostró sus cualidades vocales y participó en muchos concursos de aficionados que se realizaban en las emisoras de radios de aquella época. A muy temprana edad, a los 15 años, decide salir de su terruño con el fin de conquistar su futuro y viaja a Caracas, en compañía de otros paisanos como Metodio Delgado y José Benito Marrero. Ya en la capital trabajaba en diferentes cervecerías y en los más prestigiosos clubes que lo contrataban por sus grandes dotes artísticos.

Ya como cantante profesional, bajo la tutela del maestro Inocente Bello y su conjunto de música llanera, grabó sus primeros long plays (LP) que sonaron mucho en las emisoras regionales y en todo el territorio nacional. Sus producciones discográficas todavía resuenan en el inconciente colectivo de quienes lo escucharon. Ello lo llevó a convertirse en la voz oficial, en Venezuela, de la mundialmente conocida marca de cigarrillos Lucky Strike. De la mano de esta empresa, recorrió casi todo el país.

Sus canciones y poemas recorren el Orituco junto con la brisa y su risa cantarina retumba en el Parque Sucre en noches de fiestas. Es así, que temas como Corazón gracitano, Morir en octubre, Vals a Altagracia, Migdalia, De los barrios de mi pueblo y Alas de cristal, entre otros, permanecen vivos en la memoria del pueblo que lo vio triunfar y morir un 17 de febrero de 1988, en un accidente de tránsito entre las calles Ilustres Próceres y Santiago Gil.
Quienes compartieron parte de su vida con él, lo recuerdan con cariño y especial afecto.

“Ramón era mi amigo, siempre nos emparrandábamos y terminábamos en el solar de una casa, cantando y comiendo carne asada”, recuerda el pintor gracitano, Joaquín Reverón. “Era muy inquieto, había que dejarlo encerrado en su casa, porque si lo dejábamos en el porche, se iba de nuevo a parrandear”

Por su parte, Luis Ramírez, abogado residenciado en Chicago, USA, comentó la siguiente anécdota: “Un día iba yo en mi carrito Maverick, por una de las calles de Caracas y veo a Ramón y le ofrezco la cola: ‘Móntate Ramón, yo te llevo hasta donde vayas’, le dije. ‘Cómo está la cosa?’ Pues fíjate, que en estos días me caí y me golpeé la boca. Se me hinchó la lengua y al médico no se le ocurrió nada mejor que quererme cortar un pedazo de lengua. ¡¡¡¡¿Cómo va hacer eso? Si yo soy un cantante profesional!!!! Salí del consultorio y no volví más”.

Entre añoranzas y anécdotas se fue perfilando la imagen de este cantautor que nunca conocí.

Antonio Galluzzo, conocido cantante e interprete de los temas de Ramón Infante, agregó: “Todavía recuerdo cuando lo veía, acostado en uno de los bancos de el Parque Sucre, al lado de la piedra del Caracol, y yo, siendo un adolescente, empezaba a cantar sus canciones y él se despertaba, con una sonrisa y chamuscado aun por la pea, me decía que continuara cantando cuando yo dejaba de hacerlo”

Con un dejo de melancolía y tristeza en su mirada, continuó Galluzzo:“Eran tiempos bonitos, de muchas serenatas, de amores clandestinos, de miradas furtivas detrás de las ventanas y portones, de besos robados amparados en la oscuridad de la noche. Yo tuve la dicha, junto con Raul Fuentes y Angela Mesia, de ser uno de los tres cantantes seleccionados, para rendirle un sentido tributo durante su funeral. En el arpa, el maestro Daly Requena y su conjunto. Este sepelio fue transmitido en vivo por Radio Orituco y conducido por el locutor gracitano Gregorio Aponte y bajo la direcciòn del Sr. Enrique Moròn Aponte.
Tambièn tengo el orgullo de haber heredado seis temas, inéditos, que Ramón me dejó y que muy pronto grabaré y que espero sean del agrado del público del Orituco y del mundo.

Descansa cantor del Orituco y vuelve con tu voz infinita a arrullar las tantas noches de lunas de enero y los tristes vergeles que lloran tu adios.

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